Finales hay muchos, e interpretaciones infinitas, pero una cosa está clara: el final de Blade Runner nos da una buena lección de humanismo, aunque paradójicamente esa lección salga de la boca de un androide. La cuestión aquí es si esas palabras sirven para hacernos reflexionar sobre los tres grandes interrogantes: quienes somos, a dónde vamos, de dónde venimos...